Desde 1906, año en que llega a Guadalajara, su estudio será el referente para las clases más acomodadas de la capital. La calidad de sus retratos, nunca antes aquí conocida, invitará al paso, por delante de su objetivo, de todos los componentes y familiares de las elites militares y administrativas del momento.
Actividad que combinará con la fotografía de reportaje, colaborando con el semanario local Renovación. De este modo recorrerá parte de la provincia, para fotografiar sus poblaciones, monumentos y paisajes; asistirá a las maniobras militares aquí desarrolladas; cubrirá con sus instantáneas los eventos de sociedad alcarreña, desde fiestas a espectáculos teatrales; o ejecutando reportajes taurinos, actividad en la que fue muy cotizado.