La información contenida en las pocas líneas de estos recortes de prensa (procedentes de La Crónica de 10 y 17 de noviembre de 1897 y 20 de abril de 1898 y «Flores y Abejas» de 14 de noviembre de 1897 y 9 de octubre de 1898) constituye por el momento casi toda la información disponible acerca de las primeras proyecciones de cine en nuestra provincia. Es suficiente, sin embargo, para datar estas funciones y para otorgar al empresario Antonio de la Rosa y Villatoro (introductor del cine en otros enclaves del sur peninsular) el honor de haber dado a conocer el arte de las fotografías animadas en una ciudad, Guadalajara, que en el momento del estreno apenas contaba con 11.000 habitantes y cuyo alcalde era el conservador Manuel María Valles. En cuanto a la adivinadora del pensamiento, miembro (como el prestidigitador) de la misma compañía ambulante, decir sólo que este tipo de profesionales del espectáculo proliferó extraordinariamente en las décadas finales del siglo XIX e iniciales del XX al calor del interés popular por el hipnotismo y el espiritismo (por ejemplo, en octubre de 1897 el profesor Herman dejaba boquiabierto al público del Casino y la Peña con sus experimentos de hipnotismo y adivinación).